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“Querido Noah,

No sé cuándo leerás esta carta, pero tienes cuatro años, y nuestras vidas están cambiando muy rápido. En los próximos meses, me iré a España para jugar en el Real Madrid. Sí, el equipo que siempre elijo en la Play cuando me ves jugar.

Esta es mi oportunidad de contarte nuestra historia:

Como sabes, en nuestra familia todo empieza y acaba con un balón. Mamá dice que cuando yo era un bebé yo solamente quería: “Bola, bola, bola”.

Puedes preguntarle a mamá cómo yo solía presentarme a la gente…

‘Y ¿cómo te llamas?, chico’

‘Endrick Felipe Moreira de Sousa, DELANTERO’

En aquel entonces vivíamos en un lugar llamado Vila Guaíra, y nuestra vida era muy distinta a la de ahora. Nuestra calle estaba en esta colina. Solíamos jugar al fútbol allí con los chicos del vecindario y, en parte, el motivo por el que nos hicimos tan buenos fue que el balón siempre caía cuesta abajo, y el que fallaba el gol, tenía que ir a buscarlo a la favela de abajo. Tú fallas, tu corres.

Todavía recuerdo aquel día que vi a papá llorar. Yo tenía 10 años, y creo que fue la primera vez que entendí que nuestra situación era difícil. Papá dice que yo me senté en el sofá y le dije: ‘No te preocupes. Voy a ser futbolista, y voy a conseguir una vida mejor para nosotros’.

Antes de aquel día, yo solo era un niño, y el fútbol era solo un juego. Pero después de aquel día, el fútbol se convirtió en nuestro camino hacia una vida mejor.

Unas cuantas semanas después, me marché hacia São Paulo para jugar en Palmeiras, y me marqué mi primer objetivo: mejorar la situación para nuestra familia.

Para mamá no fue nada fácil, ella dejó todo atrás. El club solo tenía espacio para mí, pero ella dijo que de ninguna manera yo me iría sin ella. Papá se quedó para poder trabajar, y ella se mudó conmigo a una pequeña casita, donde vivimos juntos con algunos de mis compañeros de equipo. Todos bajo un mismo techo.

Ella no tenía a nadie con quién hablar. Así que solía llevarse la Biblia al parque y se sentaba a hablar con Dios ella sola. En casa solamente tenía una silla. Dejaba su bolsa encima y dormía en un pequeño colchón en el suelo. La próxima vez que la veas, dale un abrazo y las gracias, porque sin sus sacrificios no tendríamos la vida que tenemos hoy.

Yo nací en un paraíso comparado con papá. Cuando tenía 15 años, papá se fue de casa, haciendo dedo desde Brasilia hasta São Paulo. La mitad del trayecto lo hizo caminando por la ruta. Sólo llevó un par de botines, dos botellas y un par de baguettes de pan. Su plan era hacer pruebas con todos los clubs importantes de la ciudad. Tardó una semana entera en llegar.

Cuando yo tenía 15 años y me hice profesional con el Palmeiras, desde la conversación que tuve aquel día en el sofá con papá, sabía que había logrado mi primer objetivo: ayudar a mi familia a tener una vida mejor.

En unos cuantos meses, voy a irme a vivir a España, y tú vendrás conmigo. El Real Madrid… ese fue mi segundo objetivo, el que nunca me atreví a escribir.

Y en realidad tengo otro objetivo, ese objetivo es que tú puedas vivir la vida que quieras, sea la que sea.

Durante tres generaciones nuestra familia ha perseguido el sueño del fútbol. Pero ahora tú puedes hacer lo que quieras. Puedes ser médico, abogado. Ya persigues la pelota, igual que yo. Así que puedes ser futbolista si quieres.

Pero no tienes que serlo. Ya no hay más presión, gracias a Dios, gracias a mamá y a papá, y gracias al fútbol.

Dedícate a disfrutar tu vida como quieras, hermano. Este es mi regalo para ti.

Te quiero, hermano.

Desde el fondo de mi corazón,

Endrick Felipe Moreira de Sousa, DELANTERO”.

Se nos metió un Endrick Felipe en el ojo 🥹🥹🥹

Fuente: Haz Click

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